Buscamos,
poco
se encuentra entre tanto
asesino
de mierda controlando el poder,
y
si hay un instante de paz acompañado de una sonrisa
o
un plato de comida
llega
el ejército del mundo a escupirnos su sangre
en
la puerta de nuestra habitación.
Y
recomenzamos la búsqueda con el día cansado
sujetos
al semáforo como niños
descifrando
los colores de nuestra soledad,
y
otra vez nuestros cuerpos arrastrándose
por
los idénticos edificios o las hogueras de turno.
Vivimos
todo tan de cerca
que
el premeditado azar de hoy
nos
pierde en una nube de hospitales
donde
ocupamos todos los cuartos.
Algo
hay que hacer.
Puede
que esa búsqueda necesite
pájaros
feroces sin corromper,
insomnios
que resuciten el don de la ternura.
Después
de tu último entierro de shopping vení corriendo
entrá
sin foto,
feliz
pero serio
las
venas y los vidrios están sucios
pero
hay secretos ocultos como frutas,
y
es de madruga.
Por: Diego Vallarino
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