Episodio
cotidiano
Fría
era la explicación que buscaba en aquellos ojos que veía todos los días entre
multitudes de miradas que nada expresaban, hundidas en el remolino de vanidad y egoísmo
que araza los pensamientos, y la soledad que extiende sus dedos sobre todo lo que
veo. ¿Ilusión?
La
excesiva luz del sol obscurecía toda visión y del asfáltico suelo se levantaba
un
ardiente vao que entorpecía mi respiración, personas que salían de todos lados,
obstaculizaban
mi camino, ensimismados, ausentes, guiando sus pasos hacia…
Misterio.
Sus ojos expresan demasiado, expresan desamparo. Testigos silenciosos
de lo indecible. Reflejan la indiferencia, la soledad y el dolor, aquello que
somos, lo que ignoramos o no queremos ver de nosotros mismos. Sus ojos ven lo recóndito
de nuestro ser.
Sus
ojos penetraron mis pupilas hasta llegar a las profundidades de mí ser,estremeciéndome.
Lo desconocido habitaba en aquella mirada, sentí terror al percatarme de
que sus ojos nada más eran espejos en los que me veía.
El
vao seguía asfixiándome mientras rumiaba estos pensamientos y las personas me
atropellaban guiando sus pasos hacia…
Fríos
se tornaron mis ojos al pasar a su lado y ver su mano extendida, su misteriosa
mirada y su inexpugnable interrogación. Me confundí entonces con la multitud.
Continué
mi camino hacia algún lado, perdido en aquel río de gentes que surtía el
efecto de aquel otro, el mítico Aqueronte.
Por: Gerardo Rutke
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